miércoles, 17 de agosto de 2016

Y SI...

Últimamente no he parado de analizar cosas, hechos y personas, intentando ver desde diferentes perspectivas lo que estoy viviendo. Y he llegado a dos conclusiones. La primera: la vida es muy puta, cuando crees que podrás estar bien, que podrás salir adelante, algo hace que vuelvas a caer y te sientas perdida. Y la segunda: complicamos tanto las cosas, porque muchas veces no somos capaces de resolverlas con palabras.
Cuando estamos tristes no sabemos cómo definir muchas veces esa sensación y mucho menos expresársela a alguien. Cuando estamos enfadados, sea con razón o sin ella, solos somos capaces de atacar al otro cuando intenta calmarnos. Cuando estamos contentos o alegres, muchas veces nos cuesta decirlo, y me pregunto, ¿Por qué callamos? Estaría bien decir que estamos contentos, sea por lo que sea, o sea por quien sea. Y en todas estas situaciones cometemos un error, no decir nada, utilizar el ataque para defendernos y dejar que lo que sentimos se quede dentro nuestro. A la larga eso puede pasarnos factura, sobre las emociones negativas y lo peor, es que acabamos haciéndonos daño y haciendo daño a las personas de nuestro entorno.
¿Y si expresásemos con palabras lo que sentimientos en el momento en que lo sentimos? Si estamos tristes, deberíamos ser capaces de ser francos con nosotros mismos y decir el por qué o por quién. Cuando estemos enfadados, deberíamos decir el por qué, sin atacar, simplemente decir qué es aquello que nos ha sentado mal. Cuando estemos felices, habría que gritarlo, sí, ¿por qué no? La felicidad es un estado tan puro que emociona. A mí me gusta ver a la gente alegre, me encanta cuando a una persona se le ilumina la mirada porque está disfrutando algo o cuando hace cualquier cosa con tanta pasión que la felicidad está gritando no solo con palabras, sino también con gestos...Nos empeñamos en ocultar tantas cosas, que luego cuando las expresamos nos sorprendemos a nosotros mismos de lo bien que sienta o de haber sido capaz.
Tenemos miedo, miedo a que piensen mal o a que no entiendan lo que estamos sintiendo. Y es que no todo el mundo es capaz de empatizar y es una alternativa que se debería emplear, sobre todo cuando alguien te cuente algún problema o te esté expresando un sentimiento. Nuestro problema es valorar y juzgar desde nuestro punto de vista como el único y no ser capaces de ponernos en los zapatos del otro, a no ser que sea un tema que nos haya tocado o que sintamos que es lo bastante "grande" para ser merecedor de ello. Pero eso, ¿Quién lo dice? ¿Quién establece que es algo pequeño o grande? ¿Tontería o serio? Cuando a una persona le importa algo, es porque detrás hay algo más que a simple vista no se ve o no se aprecia. Una inseguridad, un miedo, un sentimiento...Y no valorar eso, es como hacer un daño innecesario a la persona.
Debemos aprender a que muchas veces nuestra concepción no es la única, ni la real o verdadera, sino que la gente ve la vida de diferentes formas y sobre todo siente de diferentes maneras. ¿Y si en vez de juzgar o criticar una actitud, intentamos entenderla? ¿Y si nos sentamos y lo valoramos? ¿Y si dejamos de callarnos joder?
Y sí...